Si es cierto que...

Si es cierto que la historia de un hombre no comienza el día en que nace, ni
siquiera el día o la noche en que es engendrado, sino en el preciso instante en que
un individuo mira por vez primera a otro individuo del sexo opuesto y se fija en él y
desea hacerlo suyo, ya para toda la vida o ya para sólo un cuarto de hora, mi
historia, la historia de Enrique Álvarez, bien puede tener su inicio una mañana del
verano de 1947 cuando el chófer de la línea de autobuses León-Villablino por
Babia hace su parada reglamentaria para entregar la valija del correo en un pueblo
llamado Villafeliz, realmente así, Villafeliz de Babia, y quien se acerca aquella
mañana a recogerla, la cartera en quien por primera vez pone sus ojos, es una
adolescente esbelta, morena, flaca, una aldeana fina y seria, de modales nerviosos
y atuendo impecable.